Hacia fines de los 70s, Dieter Rams planteaba que estamos rodeados de “una confusión impenetrable de formas, colores y ruidos” y entonces se preguntó cómo contribuía su propio trabajo en este escenario, si era éste acaso una muestra de “buen diseño” o no. Fue entonces que el celebrado diseñador alemán postuló sus 10 principios.

Pero el mundo era diferente en los 70s y 80s, y Rams diseñaba objetos tangibles. Un tocadiscos es un objeto intuitivo y que cumple una función clara, lo mismo con una radio personal o una calculadora. Pero el diseño digital, especialmente en el escenario actual, debe satisfacer distintas necesidades de consumo.

Instalación de muestra «Less and More: The Design Ethos of Dieter Rams», Design Museum. Londres, 2009. Fotografía por Nick Wade.

¿Sirven acaso las observaciones de Rams en el ámbito digital? ¿Cómo podemos medir nuestro trabajo si debe adaptarse a medios tan distintos entre sí? ¿O es que realmente no son tan distintos un producto de diseño digital con uno industrial?

Comencemos por entender los 10 principios propuestos por Rams y cómo se relacionan con el diseño digital.

1. El buen diseño es innovador

El buen diseño siempre debe aspirar a la innovación. No se debe perder nunca la capacidad de reinvención y reinterpretación. Esto es especialmente relevante en el ámbito digital, en donde las nuevas tecnologías nos permiten ir cada vez más lejos, pero el diseño debe innovar junco con estos avances y los casos de uso, y nunca pretender que la forma es más importante que la función.

2. El buen diseño hace útil un producto

Cuando diseñamos, sin importar si se trata de objetos tangibles o bien de productos digitales, es de gran importancia tener claro los casos de uso y comportamiento del usuario final. Debemos preguntarnos ¿qué función debe cumplir lo que estoy diseñando?, ¿estoy agregando elementos que distraen o dificultan su uso? Nuestra tarea como diseñadores es la de facilitar el uso de un producto y no distraer al usuario con detalles innecesarios o dificultar su acceso a la información.

3. El buen diseño es estético

El valor estético de un producto no debe distraer de su utilidad, por el contrario, debe ser un apoyo y convertirse en parte integral de la experiencia de usuario. Un producto es estético en la medida que la forma respeta la función. Si lo visual prima por sobre la funcionalidad, nunca será estético y nunca estará bien diseñado.

4. El buen diseño hace un producto comprensible

El buen diseño debe explicarse por sí solo. Si necesitamos de elementos auxiliares para ayudar a la comprensión de un producto o elemento, entonces no lo hemos diseñado bien. Esto no implica que debamos eliminar todo elemento de ayuda, sino por el contrario, debemos pensar cuándo son necesarios y cómo van a influir en la experiencia de usuario. Un formulario que no le indica al usuario qué datos debe rellenar o con qué formato no es un buen diseño, pero llenar la interfaz de alertas tampoco lo es.

5. El buen diseño es discreto

El diseño debe cumplir una función, no se trata de una pieza de arte o decoración. Por lo mismo, el buen diseño debe cumplir un propósito, debe ser neutral, debe ser sobrio. El buen diseño no llama la atención, sino que invita al usuario a descubrirlo y a experimentarlo a su propio ritmo.

6. El buen diseño es honesto

El diseño no debe ser una herramienta para manipular la percepción del usuario, esconder atributos negativos o hiperbolizar los positivos. El buen diseño no hace a un producto parecer más innovador o más valioso de lo que realmente es, ni hace promesas que no se pueden cumplir.

7. El buen diseño es duradero

El diseño debe innovar, crear y establecer nuevas tendencias, pero nunca se debe sentir preso de una época, nunca debe sentirse antiguo. Debe perdurar en el tiempo. En la medida que diseñemos pensando en las últimas tendencias visuales, será inevitable que nuestros productos tarde o temprano reflejen una época específica. El buen diseño es atemporal, no refleja modas.

8. El buen diseño es minucioso hasta el último detalle

No debemos dejar nada al azar, todo debe estar bien pensado. Eso demuestra respeto por el usuario y respeto por nuestro propio trabajo. Debemos preocuparnos de pensar en cada caso de uso, cada plataforma, cada perfil de usuario y resolver los distintos problemas que se presenten atendiendo a sus necesidades específicas. Lo importante no es buscar la perfección, sino alcanzar la excelencia.

9. El buen diseño respeta el medio ambiente

Toda pieza de diseño, ya sea física o digital, afecta en algún grado al medio ambiente. Nuestra tarea es minimizar la polución física y visual que deviene del uso de nuestro trabajo. El buen diseño no solo se centra en las necesidades del usuario, también se preocupa del mundo que lo rodea.

10. El buen diseño es el menor diseño posible

En diseño es común escuchar la frase “menos es más”, pero menos por sí solo no implica más, lo que realmente importa es que sea menos, pero mejor. Al concentrarnos en lo esencial, en la simplificación máxima, lo que buscamos es eliminar las distracciones y adornos, de manera que el diseño sea un marco en donde el contenido se expresa de la mejor forma.

El camino hacia el buen diseño

Tal como lo hiciera Rams en su momento, es nuestro deber como diseñadores el cuestionarnos cómo influye nuestro trabajo en el mundo actual, cuál es nuestro aporte y cuál es nuestra meta.

¿Queremos seguir las últimas tendencias, o queremos que nuestro trabajo se mantenga en el tiempo? ¿Queremos ganar un premio a la mejor gráfica y las animaciones más entretenidas, o queremos entregar un mejor producto, duradero y honesto? ¿Nuestro foco debe estar centrado en la gráfica o en las necesidades del usuario?

No es necesario seguir al pie de la letra cada uno de los principios de Rams, más bien deberíamos usarlos como inspiración o material de consulta de nuestro trabajo. Dependiendo de cada proyecto, quizás sea necesario contravenir algunos en pro de otros, lo importante es que siempre tengamos los objetivos claros.

Nuestra meta como diseñadores debería siempre apuntar al buen diseño, a las buenas prácticas y a la resolución de problemas. De eso es que se trata nuestro trabajo finalmente, no de “hacerlo más bonito”.

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