Ya seas cliente o parte de una agencia, hay algo que siempre conviene evitar: caer en la lógica del tomador de pedidos.
Si estás del lado del cliente, puede parecer cómodo tener un equipo externo que ejecute tus ideas tal como las pensaste. Pero seamos honestos: eso no es una agencia, es subcontratación. Puede que te resuelva algunas tareas, pero no te va a agregar valor. No te va a desafiar. No te va a abrir nuevos caminos.
Y si estás del lado de la agencia, también puede parecer una posición segura: “hagamos exactamente lo que nos piden, así aprobamos rápido”. Pero esa comodidad tiene un costo: te vuelves prescindible. Porque una agencia que no aporta mirada propia ni resultados concretos, es una que puede ser reemplazada en cualquier momento.
En Reactor hemos aprendido que el verdadero rol de una agencia es provocar, proponer, respaldar con métricas y construir confianza a partir de resultados. Acá te comparto algunos de los aprendizajes que hemos acumulado en este camino:
La peor forma de presentar una propuesta es “mandar un mail”. Porque una propuesta no se trata solo del entregable, sino del proceso que hubo detrás.
Por eso, cuando proponemos algo —ya sea una idea creativa, una estrategia de contenidos o un plan de medios— mostramos el camino recorrido: los referentes analizados, las decisiones tomadas, los aprendizajes del cliente, las personas involucradas. Incluso si esa propuesta se modifica o no pasa, lo importante es visibilizar el trabajo y abrir la conversación desde ahí. Nunca ser solo la punta del iceberg.
Una trampa común en la relación agencia-cliente es dejarse llevar por opiniones personales: “me gusta más con este color”, “esto me suena raro”, “me tinca otra cosa”.
Y sí, todos tenemos gustos. Pero cuando esos gustos se imponen sobre los objetivos, el trabajo pierde foco. Nuestro rol como agencia es siempre volver al propósito de lo que estamos haciendo:
Cuando logramos que la conversación se dé en ese plano, las decisiones creativas dejan de ser caprichosas y se vuelven estratégicas.
Es fácil caer en la rutina de los pendientes: “enviamos esto”, “falta esto otro”, “esto está previsto para el viernes”. Lo cierto, es que todo eso puede ir en un mail.
Por eso, es clave aprovechar las reuniones para abrir conversaciones:
Ese espacio de reflexión compartida es donde se genera valor.
Podemos tener profesionales de confianza tanto en el equipo cliente como en la agencia. Pero la ausencia recurrente de roles estratégicos —gerentes, directores, líderes de área— suele ser una decisión, valga la redundancia, poco estratégica.
¿Por qué? Porque no solo se eliminan puentes comunicacionales clave, sino que también se pierde una oportunidad: cuando los niveles estratégicos participan, todos nos exigimos más. Las conversaciones suben de nivel. Los desafíos también. Y eso, finalmente, se traduce en mejor trabajo.
En un escenario donde todo cambia rápido —las audiencias, los formatos, los canales— contar con un equipo que solo ejecuta es, en el mejor de los casos, suficiente. Pero si lo que buscas es crecer, diferenciarte o transformar tu marca, entonces necesitas algo más: una agencia que piense contigo, no por ti. Que te desafíe, te respalde y te proponga caminos con sentido, con argumentos y con resultados.
Porque cuando ambas partes se permiten elevar la conversación, lo que se construye no es solo una campaña. Es una relación de confianza. Y, muchas veces, de impacto real.
Camilo Pinaud