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¿Tu agencia te hace pensar distinto o solo toma pedidos?

Ya seas cliente o parte de una agencia, hay algo que siempre conviene evitar: caer en la lógica del tomador de pedidos.

Si estás del lado del cliente, puede parecer cómodo tener un equipo externo que ejecute tus ideas tal como las pensaste. Pero seamos honestos: eso no es una agencia, es subcontratación. Puede que te resuelva algunas tareas, pero no te va a agregar valor. No te va a desafiar. No te va a abrir nuevos caminos.
 
Y si estás del lado de la agencia, también puede parecer una posición segura: “hagamos exactamente lo que nos piden, así aprobamos rápido”. Pero esa comodidad tiene un costo: te vuelves prescindible. Porque una agencia que no aporta mirada propia ni resultados concretos, es una que puede ser reemplazada en cualquier momento.
 
En Reactor hemos aprendido que el verdadero rol de una agencia es provocar, proponer, respaldar con métricas y construir confianza a partir de resultados. Acá te comparto algunos de los aprendizajes que hemos acumulado en este camino:

 

1. Defender las propuestas con argumentos, no con archivos adjuntos

 
La peor forma de presentar una propuesta es “mandar un mail”. Porque una propuesta no se trata solo del entregable, sino del proceso que hubo detrás.
 
Por eso, cuando proponemos algo —ya sea una idea creativa, una estrategia de contenidos o un plan de medios— mostramos el camino recorrido: los referentes analizados, las decisiones tomadas, los aprendizajes del cliente, las personas involucradas. Incluso si esa propuesta se modifica o no pasa, lo importante es visibilizar el trabajo y abrir la conversación desde ahí. Nunca ser solo la punta del iceberg.
 

2. Hablar de objetivos, no de gustos

 
Una trampa común en la relación agencia-cliente es dejarse llevar por opiniones personales: “me gusta más con este color”, “esto me suena raro”, “me tinca otra cosa”.
Y sí, todos tenemos gustos. Pero cuando esos gustos se imponen sobre los objetivos, el trabajo pierde foco. Nuestro rol como agencia es siempre volver al propósito de lo que estamos haciendo:
 

  • ¿Qué queremos lograr con esta pieza?
  • ¿Qué problema estamos resolviendo?
  • ¿Qué comportamiento buscamos generar?
  •  
    Cuando logramos que la conversación se dé en ese plano, las decisiones creativas dejan de ser caprichosas y se vuelven estratégicas.
     

    3. Las reuniones no son solo para dar estatus: son para reflexionar, desafiar y contrastar ideas

     
    Es fácil caer en la rutina de los pendientes: “enviamos esto”, “falta esto otro”, “esto está previsto para el viernes”. Lo cierto, es que todo eso puede ir en un mail.
    Por eso, es clave aprovechar las reuniones para abrir conversaciones:
     

  • “En base a las métricas, creemos que hay que potenciar esto, ¿cómo lo ven?”
  • “¿Qué desafíos se nos vienen para los próximos meses?”
  • “Vimos estas tendencias, pensemos en conjunto cómo podrían ayudarnos”.
  • Ese espacio de reflexión compartida es donde se genera valor.
     

    4. Participación de roles clave, por ambas partes

     
    Podemos tener profesionales de confianza tanto en el equipo cliente como en la agencia. Pero la ausencia recurrente de roles estratégicos —gerentes, directores, líderes de área— suele ser una decisión, valga la redundancia, poco estratégica.
     
    ¿Por qué? Porque no solo se eliminan puentes comunicacionales clave, sino que también se pierde una oportunidad: cuando los niveles estratégicos participan, todos nos exigimos más. Las conversaciones suben de nivel. Los desafíos también. Y eso, finalmente, se traduce en mejor trabajo.
     

    5. Pensar en conjunto, pero no revueltos, es lo que marca la diferencia

     
    En un escenario donde todo cambia rápido —las audiencias, los formatos, los canales— contar con un equipo que solo ejecuta es, en el mejor de los casos, suficiente. Pero si lo que buscas es crecer, diferenciarte o transformar tu marca, entonces necesitas algo más: una agencia que piense contigo, no por ti. Que te desafíe, te respalde y te proponga caminos con sentido, con argumentos y con resultados.
     
    Porque cuando ambas partes se permiten elevar la conversación, lo que se construye no es solo una campaña. Es una relación de confianza. Y, muchas veces, de impacto real.

    Camilo Pinaud


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